domingo, octubre 29, 2006

Sexo, obviedades y archivos de video (II: El origen del mundo)

Los videos caseros de Pamela Anderson y Paris Hilton (en menor medida) son, muy posiblemente, el material videográfico más descargado y compartido de la red. Este fenómeno da una tenebrosa idea del perfil del internauta medio, perfil del que me desmarcaría tajantemente si no fuera porque el mero hecho de escribir este post me delata de forma flagrante. Quizá debería haber seguido hablando de Godard.

El video de la multimillonaria Hilton también fracasó en mis expectativas de estimulación cremástica. Era más bien una pieza cómica, siendo especialmente divertida la escena en la que ella debe morderle un testículo porque él protesta molesto “Ouch!, Bitch!”, grosería ante la cual ella se queja lastimosamente, aunque no se le entiende mucho quizá porque aún sigue con el huevo metido en la boca. Al menos me reí un rato. Tiré el video a la papelera y, ya sin muchas esperanzas, arranqué el de la Anderson que, si bien tampoco produjo la añorada, quimérica excitación, fue porque a ésta le sobrepuso un insospechado ataque de ternura que me suscitó su visualización.

En la primera escena que veo él se acerca a la cámara mientras se baja la bragueta y se saca la polla, que menea divertido a pocos centímetros del objetivo. Es una escena sintomática, que define lo que será la tónica del resto del metraje, la fijación explícita y continuada por los órganos sexuales del otro. Es un día gris oscuro y la lluvia comienza a hacer acto de presencia, pero ellos son felices y ríen porque llevan hamburguesas y patatas fritas y van en un 4x4 que no debe valer menos de 300.000 dolares y ella le está mamando la polla fervorosamente mientras él mantiene una doble atención en no salirse de la carretera y en que la felación quede bien grabada. Es evidente que se adoran. El uno al otro y cada uno a si mismo. Y que se desean. Cada vez que uno tiene la cámara la mirada acaba dirigiéndose al sexo del otro, que generalmente lo muestra impúdicamente. En ocasiones el plano se mantiene de forma hipnótica, sin ningún tipo de acción en curso. Ella se abstrae grabando un primer plano del peso del sexo de él que, al sentirse observado, bromea haciendo maneja los comandos del yate con su miembro semierecto. En otra escena él le pide a ella que se abra de piernas sobre la proa de la nave para sencillamente quedarse grabando esa versión rasurada de “El origen del mundo” de Courbet. Ella se tumba complacida y muestra ese coño que tan intencionadamente depiló, en una muestra más de la plena consciencia del deseo que demanda la mirada.

Estaba absolutamente enternecido, al borde de las lágrimas, cuando recibí una llamada. Era una amiga que me llamaba para decirme que el vecino tenía la música muy alta y que no la dejaba dormir. -¡Ese maricón está poniendo música de maricones!- fue su explicación, -¿no te gusta su música?- fue lo único que acerté a murmurar, tan conmovido como estaba. Más tarde me percaté de que eran casi las dos de la mañana y no acababa de creerme como tenía la cara de llamarme a esa hora para decirme que no la dejaban dormir, más cuando yo entro a trabajar antes que ella. La verdad es que ella había tenido un día gris oscuro de mierda y se ve que el vecino había terminado de rematarla, así que charlamos un rato. –Leí tu blog, ¿de qué vas a escribir ahora?-, -Del video de Pamela Anderson, creo- Pamela trabaja en tv y cine y ha grabado millones de videos pero cuando decimos “El video” todos sabemos a que video nos referimos. Es evidente que a nadie le importa una mierda lo demás. Después de reírse me comentó que en su oficina se hablaba mucho de ese video, y que todas estaban especialmente impresionadas con el calibre y la usabilidad del sexo del protagonista. –Si, está bien- le confirmé. –Bueno, ya paró la música, me voy a dormir-. –Si, descansa, te vendrá bien-.

La mañana siguiente ambos nos levantaríamos y nos dirigiríamos a nuestros respectivos trabajos, en los que invertiríamos la mayor parte de las horas del día.

viernes, octubre 27, 2006

Sexo, obviedades y archivos de video (I: el cremaster de los cojones)


Hubo un día no hace mucho en me descargué tres videos con el Limewire que, todo sea dicho, es un p2p menor. Los archivos en cuestión eran el Cremaster 3 de Mathew Barney y las películas caseras de alto contenido sexual que grabaron Pamela Anderson y Paris Hilton con sus parejas correspondientes. Comencé con el Cremaster en un alarde de disciplina de autonvencimiento acerca de lo que se suponen deben ser mis intereses. Richard Serra vierte silicona caliente sobre el suelo de una planta del sinuoso Guggenheim mientras en otra planta un grupo de Trip Hop o algo así hace una especie de ensayo general sin que parezca que resulte molesto para una hilera interminable de tías buenas con orejitas de conejo que bailan agarradas, elevando al unísono sus larguísimas piernas. En otra planta hay un tipo (que debe ser Mathew) con una falda escocesa rosa y un pañuelo a cuadros también rosado metido en la boca mirando a una mujer-leopardo con piernas de cristal. Absolutamente acomplejado por no estar enterándome de nada (quizá la compresión mpeg4 me impedía disfrutar de la calidad del trabajo) me puse a buscar en google información que me ayudara a enfrentarme a aquello, donde aparte de encontrar las típicas calificaciones de “obra de arte total” había explicaciones como ésta que transcribo: No solamente se trata de la narración del patético periplo vital del asesino Gary Gilmore llevando hasta el extremo las referencias autobiográficas a su persona, ni la acertada recreación del mito celta de Fionn y Fingal: en Cremaster 3, la relación entre el aprendiz y el arquitecto, además de simbolizar el camino recorrido por el músculo escrotal y el proceso de iniciación masón, pretende recrear algunos puntos clave de la leyenda fundacional del masonismo. Bueno.

Algo de lo que si me enteré, con infinito alivio por hacerlo, es que el cremaster es un músculo del aparato genital masculino que mantiene suspendidos los testículos y permite su movimiento retráctil ante estimulaciones externas como cambios bruscos de temperatura, la excitación o el miedo. Así leído es una metáfora de lo más atractiva, aunque yo no la hubiera visto por ninguna parte. Me divirtió la idea de pensar que los videos de Mathew, Pam y Paris tenían la excitación como común intención de base, en un primer lugar de los propios autores (vaya paja mental Mathew, desde aquí te mando un saludo) y a posteriori, por contagio endémico, del espectador de turno. Se podría decir que los tres videos estaban orientados a tocar el cremaster de los cojones, aunque con formas representacionales sensiblemente diferenciadas. Mientras la expresión de Barney se presenta como una construcción metafórica, las grabaciones de Pam y Paris son testimonios reales, desnudos (valga la expresión) de mayor artificiosidad. Y aunque mi mecánica racional me lleva a pensar que lo segundo también son metáforas (el típico síndrome del espectador, que personalmente tengo muy acusado), lo cierto es que mi propio cremaster me diría lo contrario ante las reacciones que suscitarían los distintos videos.

Después de leer páginas sobre la pieza de Mathew seguía sintiendo que me faltaban datos. En realidad deseaba que me faltaran datos y mi problema no fuera otra cosa, pero era evidente que mi problema era otra cosa. No podía creer el provincianismo con el que me estaba enfrentando a esta dicotomía en el consumo de expresiones videográficas, anteponiendo populachero material de casquería al refinamiento estético de Barney.

Quizá el problema estribe en que se me pasa la vida a través de una pantalla u otra. Si sumo la del ordenador del trabajo con la del ordenador de casa, la del cine, la de la televisión (que en realidad no tengo por no seguir sumando) e incluso el display del móvil, puedo decir que la mayor parte de mi vida consciente actual transcurre delante (aunque últimamente prefiero decir a través) de una pantalla, lo cual me lleva indefectiblemente a identificarla como la realidad tangible en la que desarrollo mi existencia. Trabajo, ocio, comunicación, estímulos sexuales, compras… ¿me dejo algo? prácticamente todo lo relativo a la producción, el consumo y la comunicación, que es en definitiva en lo que se subdivide la existencia de la mayoría de las personas. La metáfora podía tener sentido cuando la pantalla era el espacio de la representación, pero cuando se transmuta en espacio vital aparece la avidez de verismo, de realidad. O puede que sea que uno se embrutece progresivamente con la erosión de los sinsabores cotidianos y no está para sutilezas o refinamientos. El caso es que si con pantallas se vive con metáforas ni siquiera se sobrevive.

Reconociendo mi error (-a quién quieres engañar, Andrés-), al fin convencido de que el video de Mathew no tendría ningún efecto sobre mi cremaster, lo cerré y busqué los otros dos videos pirateados restantes en la carpeta de descargas del Limewire.

jueves, octubre 26, 2006

Caucho sobre asfalto

Cuando a un ciclista le fallan repentinamente las piernas se dice que ha tenido una pájara o (esta expresión me gusta mucho más) que ha venido a visitarle “el hombre del mazo”. Es éste un fenómeno que suele ocurrir tras una curva, es decir, el corredor lleva un ritmo coherente con su entrenamiento y el desgaste producido hasta el momento pero tras superar una determinada curva que aparentemente no tiene nada especial sencillamente no puede más. No es difícil imaginarse al hombre del mazo en cuestión agazapado detrás de la fatídica curva, asiendo su arma con la firmeza que tan brutal golpe necesita. Tras ésto al ciclista no le queda más que resignarse a que la única fuerza que impulsará su máquina hacia el lugar del que ahora maldice haber salido será la producida por el peso de sus piernas al dejarse caer inertes sobre los pedales.

martes, octubre 17, 2006

Te escribí una canción


No encuentro a Roy. Inútil decir que mirado por todas partes, por las más insospechadas, incluso fuera de la cocina (como si pudiera llegar muy lejos ese bichejo contrahecho). Bien es cierto que últimamente no le hice mucho caso, quizá se molestó, quizá permití que estuviera sobrio demasiado tiempo, pero es que últimamente los compromisos se han disparado (quién sabe cómo, yo sólo pasaba por aquí) y con ellos las llamadas telefónicas,las citas intempestivas, las fechas límite, las sonrisas falsas, las justificaciones rimbombantes, con ellos la vida se convierte en una contrarreloj, en un irritante juego para poner a prueba las más variadas aptitudes sicomotrices de uno y es en este punto en el que más necesito a Roy (por sucio y apestoso que sea), el único elemento excéntrico en este medio acuoso (en el que nado y me ahogo, nado y me ahogo) compuesto por demandas, exigencias, juicios sumarísimos, máscaras sociales, tirayaflojas, tejeymanejes continuos, continuados, continuístas. Ahora es cuando más necesito su tácita escucha, su imposibilidad de protesta, su permanencia obligada, su comprensión ilusoria e imposible, su inhumanidad. Ya no puedo ocultar más mi desesperación, espero siempre que la siguiente llamada sea la suya (aunque con ese muñón que tiene por mano dudo que sea capaz de marcar un número, el desgraciado), compré dos botellas de Habana Club Añejo que puse sobre la encimera por si el alcoholismo que tanto le ayudé a desarrollar le hace volver, pero están criando polvo y yo sudores fríos cada vez que las veo y paulatinamente la vida va perdiendo el sentido que nunca tuvo.

Roy, peluche absurdo, sé que no me entiendes porque nunca entendiste nada pero si oyes, lees, escuchas o hueles este mensaje quiero que sepas que te hecho de menos, que te necesito, y no sólo yo, también el alebrije y la pelota de basket y el difunto portátil (allá donde esté, en el limbo donde se pierden los procesadores sin bautizar) y el juego de pesas y la crema dermo-hidratante, y la mesilla de noche y el grifo del fregadero, ese grifo al que durante tanto tiempo abrazaste. Y por eso y también porque los he amenazado con una visita al vertedero todos te cantamos (a lo Moulin Rouge, con nuestros faldones de can-can) esta cancioncilla que acabo de inventar para ti:

How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a ROYlling stone

Vuelve Roy, no seas cabrón.

jueves, octubre 12, 2006

Groenlandia


Estoy sentado en una reunión con mi jefe y el programador. Hablamos de la aplicación de los estándares 3WC en una herramienta de generación dinámica de microsites. -Deberíamos montar un procedimiento- comenta mi jefe. -Si, un procedimiento- subrayo mientras pienso que debería ir al cine por la tarde. En el Melies ponen Strangers in Paradise, me sentará bien. Durante la reunión pienso que en algún lugar del mundo debe estar zarpando un buque. En Groenlandia. Ahora mismo debe estar zarpando un buque pesquero en Groenlandia con las expectativas de llenar sus bodegas de camarones, almejas, sardinas o macarelas. Se supone que soy el creativo, parte de mi trabajo consiste en que se me vaya la olla moderadamente. Me pagan por eso. Como pizza con los compañeros del trabajo. Hacemos chistes sobre lesbianas y sexo en grupo en la oficina. Al volver a casa compro el pan donde siempre. El paquistaní que atiende me conoce, y yo a el, pero no damos ninguna muestra de ello. Ya deben haber echado las redes. Me pregunta que quiero, como siempre, y le pido una baguette, como siempre. Le pago los 60 céntimos justos para no tener que esperar el cambio. Me cruzo con el casero en la escalera. Me recuerda que ya tiene la factura de la luz. Hay un disco duro portátil gris sobre el rojo del sofá. El fregadero está hasta arriba de platos, tenedores, cucharas, cuchillos y vasos sucios, y así se queda. Destiendo ropa. Redes llenas de pescado vivo, convulsionándose, izándose en el aire. Recibo cuatro llamadas, contesto a todas. No voy al cine. Es un día perfectamente olvidable, soluble, pero me niego. Hace frío.

sábado, octubre 07, 2006

Jared no tiene ni idea

El miércoles pasado soñé que alguien igualito que Jared Leto pero mucho más bajito se me insinuaba mientras yo me comía un sandwich de jamón serrano. El jamón era increíblemente grasiento. Chorros de grasa empapaban mi camisa mientras no encontraba una forma amable de desembarazarme de él.

La noche anterior estuve bebiendo con un amigo en un bar cercano a su casa. Era un lugar hortera y descuidado, más parecido a una cantina discotequera de algún pueblo del macizo galaico que del centro de Barcelona. Fuimos allí porque conozco al camarero, que es gay, y con nada que le sonría un poco nos salen las copas gratis. Bebimos varios Tanguerays tónica al abrigo de canciones de Operación Triunfo, bachatas, espejos y neones azules. Hablamos de trabajo, de la empresa, del futuro, de forrarnos de pasta. También nos acordamos de nuestra común tendencia creativa y nuestro común pasado idealista. -El arte no es una cosa importante- sentencié para zanjar esta parte de la conversación. Es una frase que últimamente repito mucho, actitud que tiene toda la pinta de ser una estrategia de autoconvencimiento. Nos metimos un par de rayas en el servicio pero la coca estaba demasiado cortada, así que nos fuimos pronto a casa.

Aunque cuando me acosté faltaban menos de cuatro horas para que sonara el despertador me desperté media hora antes de que esto sucediera. Tenía un terrible dolor de cabeza y el estómago revuelto y una cierta euforia procedente de la rabia que me producía mi lamentable estado. Hoy no me lo van a notar, pensé mientras bebía de la botella de de 1,5L. de agua minero-medicinal Solán de Cabras que siempre dejo al lado de la mesilla de noche. Sin embargo sentí algo parecido a una depresión cuando recordé que esa tarde tenía una reunión con unos clientes para hablar de un website con un administrador de contenidos dinámicos (backoffice), campus virtual y comercio electrónico. Puse a todo volumen el “Millenium” de Robbie Williams, sin duda su obra maestra, aunque en Take That no estaba mal tampoco. Teniendo en cuenta mi malestar desistí de realizar mis abdominales matinales y fui directo a la ducha, donde traté de masturbarme sin éxito. Usé H&S anticaspa para el pelo y un gel exfoliador de avena para el cuerpo. Llené el lavabo de agua muy caliente con la que me mojé una toallita que me puse en la cara durante un minuto y medio para que se abrieran los poros. Usé espuma de afeitar hidrotermal con sales minerales La Toja y me rasuré con mi nueva Gillette Match Sensor Excell de tres cuchillas. A mi me gustaba el modelo anterior, con sólo dos cuchillas (según un artículo de la revista Man a partir de dos cuchillas los añadidos son inútiles, aunque hoy día hay maquinillas hasta con cuatro) pero dejaron de fabricar repuestos para ésta y tuve que comprarme el modelo siguiente. Mientras esperaba a que la espuma ablandara la barba me apliqué un body milk dermo-hidratante Sánex, especialmente por el cuello y los brazos, mucho mas expuestos a los agentes oxidantes del aire. Cuando acabé me lavé la cara con agua fría y me apliqué un after shave vitaminado Nivea Man. Es importante que el after shave no tenga alcohol, porque esto reseca la piel y te hace parecer mayor. Esperé un minuto a que se absorbiera y me unté una crema nutritiva intensiva facial también Nivea que, a pesar de costar tan sólo 7,95€ el bote de 50ml, está recomendada por el mismo tipo que escribió el artículo de las cuchillas. Ahora tengo el pelo muy corto, así que evité usar fijador. Con unas tijeritas me corté los pelos de la nariz y alguno que empezaba a asomar por las orejas. El día anterior me había cortado las uñas, así que me limité a limarlas un poco. Rocié mis axilas y el pecho con desodorante AXE Phoenix y acabé echándome, contra todo pronóstico por estar fuera de temporada, colonia CK one Summer. Hubiera sido mas lógico usar la de Kenzo, pero pensé que me venía bien un aroma más colorista. Hice café, zumo de naranja natural, y tostadas de pan de molde integral sin corteza que unté con una fina capa de margarina light y confitura extra de higo. Al verlo todo en la mesa me entraron náuseas, así que bebí un vaso de agua con un Effergan, mordisqué una tostada y tiré el resto a la basura. Me lavé los dientes inmediatamente y me puse una camisa Old Navy a cuadros verdes, unos Levis cortados por la rodilla con la intención de transmitir autoconfianza y me calcé mis Pistons con calcetines tobilleros a rayas. Pasé un tiempo indeterminado mirándome al espejo antes de salir por la puerta.


Llegué cuarenta y siete minutos tarde al trabajo, con el estómago revuelto y un dolor de cabeza que era una sensación de tener miles de insectos bajo mi cráneo devorando los restos putrefactos de mi cerebro. Estaba hecho mierda, pero tenía un aspecto estupendo.

martes, octubre 03, 2006

Some about Mari

Estamos en la misma onda. Fue la explicación que me dio Mari al invitarme a su red en un net-working. No debimos tomarnos muy en serio el sentido del mismo, porque nuestras comunicaciones a partir de ahí se podrían calificar de absurdas. Mensajes de dos líneas, una línea, una palabra, una risa, una alusión a una resaca, a un paseo, al clima, al ajedrez que ninguno sabemos jugar. Huevadas, que dice ella. Un día me dijo que lo que nos unía era que nos gustaban las huevadas, cuando en realidad lo que debería unirnos (siendo de continentes, estratos sociales y generaciones distintas) es nuestra común dedicación (por poner un verbo, y no un adjetivo o un adverbio de tiempo, que se yo) al arte. Y alguna vez si hablamos de arte, pero no nos debía interesar demasiado porque generalmente del arte pasábamos a hablar de sexo, que es algo que a mi me interesa mucho mas que el arte. De Bruce Nauman a los ejercicios kegel, de Hal Foster a las orgías efímeras, de Bob Flanagan al 40% de las mujeres norteamericanas que se mueren sin tener un orgasmo. -¿Cuarenta por ciento?, no puede ser-. -Que si, que lo dice un estudio muy prestigioso y blabla-. Pensé que no era un mal motivo para hacerse feminista. Una lucha concreta, al menos.

El problema que tiene Mari es que es tonta. Es la mas tonta. Es tonta de generosa y de entregada, tonta de transparente y de tierna. Y este mundo tiene muchos listos, tan listos que se pueden ocultar en datos confiados por una amistad y en las bondades de la impunidad tecnológica para canalizar tan vivamente sus complejos y frustraciones. La exposición de Mari siempre me fascinó, su aventurada entrega, su grito en el cielo. No es difícil sentirse un cobarde a su lado. Lo pienso y miro los contados textos que he escrito en este blog y veo un desierto, un páramo de soledad, una elegía. Ella sabe lo que me cuesta escribir esto, escribir sobre lo vivo, sobre lo presente, sobre los que me rodean. Por mi tendencia a la invisibilidad, porque se desde hace tres días que mi amigo Julián está en crisis total y todavía no me he dignado a llamarle, porque hoy el camarero me retiró el primer plato sin que hubiera terminado y no me atreví a decirle nada.

Yo no estaba escribiendo esto, yo estaba escribiendo un post sobre un psicópata que soy yo (se ve que hay gente que puede que esté casi tan chalada pero que no saben comportarse), quizá para dejarme en mal lugar, porque son tan cálidas las apreciaciones que he recibido que me da vergüenza y me hace sospechar de mi propia honradez. Ahora no me apetece continuar ese texto, ahora terminaré este y el siguiente debería ser de humor, debería ser un pitorreo tan paranoico como la vida misma para que nos partamos el culo de la risa, porque uno está asqueado de tanto odio derramado, de tanta mezquindad insensata, de la amenaza cobarde contra el que es vulnerable por su exposición y por su entrega y me repito pero no me queda otra. Releo lo que he escrito aquí, lo que escribí sobre Mari, y veo que dije más sobre mí que sobre ella. Y se que no es un fenómeno aislado, que su subjetividad y su testimonio de la misma desprende un calor indiscriminado nos hace desarrollar las nuestras, que nos hace pensarnos.

Si alguien que leyó esto no sabe de quién estoy hablando (cosa que dudo, porque veo que nos hemos montado un microblogomundo VIP, un dream team que en realidad es un drink team) le pido disculpas primero por la defectuosa forma literaria (otros posts me quedaron mucho mejor, deben estar por ahí abajo) y les animo a que visiten su bitácora (la de Mari, no la de la forma literaria), que está ahí linkada a la derecha, para que pasen a verla (a Mari, si). Toda una rareza, el único blog escrito por un ama de casa intelectual de izquierdas que ni es lo primero ni lo último ni quiere ser lo de en medio. Pero todo eso no importa mucho, lo importante es que Mari les tratará con cariño.